La colocación de bases estructurales de genética social, de cada lado de las fronteras entre la unión americana anglosajona y la latinoamericana va conformando episodios de vida que van fundiendo nuestras naciones con dramatización.
Del otro lado del eje, suceden luchas religiosas irreconciliables pero en este se están blandiendo lanzas de posturas familiares y amor por un lado y por el otro todos sobre el potro en la pista continua que no para.
Yo se que hay que montarse en el potro reinventandose en el CONTINUO, pero las culturas de día de muertos dan un paso atrás para reflexionar y abrir un espacio en el tiempo para pensar en quienes fuimos y a quien nos debemos.
La cuestión no es que no se reflexione en alguno de los medios. La cuestión es que uno tiene mas letargo en la reflexión que el otro. Y llega el punto que de tan poco letargo en el lado anglo, pareciera como que no lo hay.
Los latinoamericanos sabemos que existe el viaje en el tiempo cuando cultivamos el presente. En el calculo matemático del Yo que hace nuestra identidad cuando nos inspiramos, siempre tenemos un antes que ha sido amasado por generaciones para que sea efectivo el resultado matemático. Dicha cuenta favorece la existencia del vivo reconocimiento del presente individual. Los latinoamericanos tenemos la idea. Y esto no quiere decir que los anglos no tengan memoria. Es solo que no la tienen controlada por el regulador de la cultura en la familia y sus rituales.
Del otro lado del eje, suceden luchas religiosas irreconciliables pero en este se están blandiendo lanzas de posturas familiares y amor por un lado y por el otro todos sobre el potro en la pista continua que no para.
Yo se que hay que montarse en el potro reinventandose en el CONTINUO, pero las culturas de día de muertos dan un paso atrás para reflexionar y abrir un espacio en el tiempo para pensar en quienes fuimos y a quien nos debemos.
La cuestión no es que no se reflexione en alguno de los medios. La cuestión es que uno tiene mas letargo en la reflexión que el otro. Y llega el punto que de tan poco letargo en el lado anglo, pareciera como que no lo hay.
Los latinoamericanos sabemos que existe el viaje en el tiempo cuando cultivamos el presente. En el calculo matemático del Yo que hace nuestra identidad cuando nos inspiramos, siempre tenemos un antes que ha sido amasado por generaciones para que sea efectivo el resultado matemático. Dicha cuenta favorece la existencia del vivo reconocimiento del presente individual. Los latinoamericanos tenemos la idea. Y esto no quiere decir que los anglos no tengan memoria. Es solo que no la tienen controlada por el regulador de la cultura en la familia y sus rituales.
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